La energía se define como la capacidad
de realizar trabajo, de producir movimiento, de generar cambio. Es inherente a
todos los sistemas físicos, y la vida en todas sus formas, se basa en la
conversión, uso, almacenamiento y transferencia de energía.
Puede presentarse como energía
potencial (energía almacenada) o como energía cinética (energía en acción),
siendo estas dos formas interconvertíbles, es decir, la energía potencial
liberada se convierte en energía cinética, y ésta cuando se acumula se transforma
en energía potencial. La energía no puede ser creada ni destruida, sólo
transformada de una forma en otra (Primera Ley de la Termodinámica).
La vida, en todas sus formas, es
completamente dependiente de la energía. En todos los procesos vitales está
involucrada la energía. Los vegetales consumen energía solar (energía radiante)
para poder, a través del proceso fotosintético, elaborar sustancias energéticas
(hidratos de carbono) que les permiten disponer de la energía química necesaria
para desarrollar sus funciones vitales. Los organismos animales se nutren energética mente,
en forma directa (herbívoros) o indirecta (carnívoros) de los vegetales es
decir de la energía solar.
Estos viejos modelos energéticos (combustibles fósiles) eran
medianamente aptos cuando el “mundo
era más chico” (menor población mundial, menor
consumo); el mundo de hoy necesita nuevas estrategias energéticas, energías más
“limpias”, más eficientes y más diversas. Estas nuevas formas están incluidas
en las llamadas energías alternativas:
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